TESTIGOS DE ÉL Y PARA ÉL
“Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, RECIBIRÁN PODER Y SALDRÁN A DAR TESTIMONIO DE MÍ, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra”. Hechos 1:8
Aquellos que subieron al aposento alto, y cuya historia se relata en los libros de los Hechos, capítulos 1 y 2, amaban a Jesús fervientemente. Ellos habían aprendido en la Escuela de Cristo. Habían hecho milagros, sanado enfermos, y echado fuera demonios. Eran gente llena de compasión, sacrificados, amaban a las almas, ¡Pero todavía no estaban capacitados para ser testigos!
Ellos habían estado cerca cuando ÉL sudó gotas de sangre. Lo habían visto colgado en la Cruz y habían visto su tumba vacía después de que ÉL había sido resucitado. Habían comido con ÉL y habían hablado con ÉL en su cuerpo glorificado. Habían visto a Jesús en el Monte transfigurado en su eterna gloria. ¡Lo habían visto ascender al cielo, ¡Todavía no estaban listos para testificar de EL!.
¿Por qué no pudo Pedro haber ido a la muchedumbre que se había juntado en Jerusalén e inmediatamente testificarles de su resurrección? ¿Acaso no había sido él personalmente testigo de ese evento? Ellos necesitaban el poder del Espíritu Santo para hacerlo. Pedro pronunció una poderosa declaración al sumo sacerdote: “Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”. Hechos 5:32.
Por las Palabras del Espíritu Santo habladas a través de Pedro (los sacerdotes) oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos (Hechos 5:33). Esteban, lleno del Espíritu Santo, predicó a los líderes religiosos: “¡Duros de cerviz! ¡Incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también ustedes… oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones y crujían los dientes contra él!. (Hechos 7:51, 54).
Cuando tú emerges después de haber buscado a Dios, llenos del Espíritu Santo, tú podrás pararte delante de tus compañeros de trabajo, de tu familia, “delante de cualquiera” y tu testimonio provocará una de dos reacciones. O ellos clamaran: “¿Qué debo hacer para ser salvos?, o ellos querrán matarte. Tú estarás hablando palabras que cortaran el corazón.
Si tú hubieras visitado el aposento alto unas horas después que el viento sopló, el fuego cayó, y el edificio se sacudió, esperando experimentar algo milagroso, tú te hubieras desilusionado. Mira, ¡El viento del Espíritu sacó a todas las personas hacia afuera, a las calles, a las plazas, al mercado, a los barrios! Tú pudieras haber preguntado, ¿Dónde está el avivamiento, el viento sobrenatural? ¿Me pueden mostrar las lenguas de fuego? Y te hubieran llevado afuera, a ver a los ciento veinte testigos en las calles, ¡PREDICANDO SOBRE JESUS EN EL PODER DEL ESPIRITU SANTO! AHÍ ESTABA EL AVIVAMIENTO, ¡Y AHÍ ESTA SIEMPRE! ¡ESE ES EL DERRAMAMIENTO! ¡EL VIENTO, EL FUEGO, EL ESPIRITU, ESTA AHORA EN LOS TESTIGOS DE DIOS (SE SUPONE QUE ESOS TESTIGOS HOY DEBERIAMOS SER TU Y YO, NOSOTROS)!
Estamos creyendo en el Señor para su visitación, en nuestras vidas para nuestra ciudad y estamos declarando y afirmando la Palabra profética que se nos ha dado para nuestra Cumbre, que será: “UN TORBELLINO DE BENDICIÓN, PODER, Y GLORIA”.
Nos queda 22 días para esta cita, así que te espero porque deseamos que todas nuestras ciudades sean alcanzadas para el Reino de nuestro Dios de Su Cristo.
¡SHALOM!
Dr. Rigoberto Bernal
Apóstol